AURKARIEN JOLASA
LUGAR / GUIZABURUAGA, VIZCAYA, ESPAÑA
AÑO / 2020
PROGRAMA / REHABILITACIÓNTAMAÑO /
CLIENTE / AYUNTAMIENTO DE GIZABURUAGA
TIPO / CONCURSO
AÑO / 2020
PROGRAMA / REHABILITACIÓNTAMAÑO /
CLIENTE / AYUNTAMIENTO DE GIZABURUAGA
TIPO / CONCURSO
La intervención se entiende a partir de un proceso de inserción de un volumen liviano sobre un elemento macizo que espera a ser cubierto, estableciendo una dicotomía entre ambos.
Por un lado, un sistema de muros de carácter pétreo y pesado envuelve la cancha de juego conservando sus accesos y adaptando sus dimensiones a la norma actual, y funciona como elemento de apoyo de cubierta.
Por otro lado, una estructura ligera se posa sobre los mismos y funciona como caparazón capaz de envolver y proteger el interior del frontón. El nuevo volumen insertado sobre los muros se entiende como un elemento etéreo que dialoga con el resto de la arquitectura existente a través de su cubierta a dos aguas conformada por un sistema de pórticos que consigue resolver las alturas interiores.
El elemento caparazón queda envuelto por una piel que se compone de un sistema de lamas de madera que funcionan como un filtro permeable, asegurando la protección frente a la lluvia y generando una linterna hacia la calle que convierte al frontón en un hito en el paisaje. Esta intervención es, en definitiva, un juego de contrarios. Frente a la materialidad robusta y pesada, un elemento etéreo y liviano entra a formar parte del mismo, trabajando como un conjunto.
Por un lado, un sistema de muros de carácter pétreo y pesado envuelve la cancha de juego conservando sus accesos y adaptando sus dimensiones a la norma actual, y funciona como elemento de apoyo de cubierta.
Por otro lado, una estructura ligera se posa sobre los mismos y funciona como caparazón capaz de envolver y proteger el interior del frontón. El nuevo volumen insertado sobre los muros se entiende como un elemento etéreo que dialoga con el resto de la arquitectura existente a través de su cubierta a dos aguas conformada por un sistema de pórticos que consigue resolver las alturas interiores.
El elemento caparazón queda envuelto por una piel que se compone de un sistema de lamas de madera que funcionan como un filtro permeable, asegurando la protección frente a la lluvia y generando una linterna hacia la calle que convierte al frontón en un hito en el paisaje. Esta intervención es, en definitiva, un juego de contrarios. Frente a la materialidad robusta y pesada, un elemento etéreo y liviano entra a formar parte del mismo, trabajando como un conjunto.
